Hacía media hora escasa que el avión había dejado atrás el aeropueto de La Guardia en New Jersey. Un aparato rápido, ligero, una joya aeronáutica al alcance de unos pocos privilegiados: 2 tripulantes, 1 azafata y 7 pasajeros.
-En diez horas llegaremos a Barcelona, señor
-Me gusta Barcelona, es una ciudad fascinante. –Entre dientes, y con una sonrisa picarona se le escapa un –aunque más me gustan sus mujeres...-
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Mientras tanto, en la ciudad destino del aparato que cruza el Atlántico, Pablo, un empleado de banca felizmente casado sale de su casa de las afueras para dirigirse al banco en que trabaja, en plena avinguda del Paral.lel.
Los atascos son inevitables y asfixiantes. Tiene que salir tres horas antes para cubrir un tramo que podría hacer en 20 minutos; es el precio que hay que pagar por no poderse pagar un piso en el centro, a joderse toca Pablete. Se caga en todos los santos, maldice una y otra vez, Gran Vía, Ildefons Cerdà, mierda otro corte! Y esto que es ahora? Que son esos carteles? Otra convocatoria? Otra cumbre? Puta modernidad, puta vanguardia, putas obras!
Sólo le consuela una cosa: es viernes y ya falta poco para que el domingo se vaya al campo con su hermosa mujer, sus acicalados niños y sus padres, que ya están mayores, pero que esta vez han accedio a sus peticiones y ruegos.
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El señor importante llega al Aeropuerto del Prat. Alfombra roja. Las autoridades de la ciudad, encabezadas por el propio alcalde, le rinden pleitesía.
-Bienvenido a Barcelona, soy el Alcalde (con mayúsculas)
-No lo dudo, pero tengo hambre, llévenme a comer.
La corte entera, la crême de la crême del vanguardismo, la barcelona más fashion acude a la pitanza en el restaurante más caro de la ciudad. ¿El mejor? No, el más caro.
Para romper el hielo, el alcalde dice:
-¿Cómo le va con sus fotografías? ¿Tiene mucho trabajo últimamente?
-Trabajo 2 veces al año, me va muy bien. Por cierto, mañana a partir de las tres y el domingo entero quiero la Plaza d’Espanya y Avenida Maria Cristina para mi, ya pueden ir cortando las calles.
Dicho y hecho. No hacía falta advertilo; los carteles avisaban del evento desde hacía días. La policía local, lejos de servir al ciudadano, se puso manos a la obra, cortó más calles, creó otros accesos, inventó rutas alternativas, retiró coches bien aparcados, puso multas, cepos, avisos, repartió leña, denució, abusó y cumplió su cometido.
Todo en orden alcalde.
Sábado 15:00 horas.
Pablo llega a casa, todo en orden también. Qué buena está mi mujer, piensa. Qué polvo tiene, encima hoy es sábado, toca follar. Y cómo nos queremos. Qué guapos los niños, qué inocentes. Y mañana veré a mis padres, por cierto tengo que comprar la carne y las sardinitas...
La mujer está excitada, nerviosa, feliz, radiante. Pablo lo advierte:
-Te veo especialmente contenta e ilusionada por lo de mañana.
-Pues sí, ¿ya lo sabías? Pensaba que no lo habíamos hablado. ¿Tú vendrás también, no?
-Qué cosas dices, mujer. ¿Cómo no voy a ir a la comida, si vienen hasta mis padres?
-No es eso, tonto. Lo del campo puede esperar, me refiero a lo de las fotos. Esta tarde hay un ensayo pero mañana es la oficial. Yo no llevaré nada de ropa y los niños tampoco, la dejaremos en el coche.
-¿Pero de qúe coño hablas?....
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Sí, Pablete. Te la han metido doblada. Tuviste que joderte y tragarte el atasco, te comiste la multa sin decírselo a tu mujer, para que no se preocupase. Rogaste a tus padres que ese domingo fueran al campo, aunque sabes que no tragan a tu mujer y que ven a sus nietos de higos a brevas porque la guarra de su nuera no quiere llevarlos a casa de los “otros” yayos; limpiaste el monovulmen por dentro y por fuera, no dejaste ni una mota de polvo. Ibas a comprar las sardinitas y la carne y las cervezas... viste los carteles pero no los leíste.
Spencer Tunick en Barcelona.
Ya lo ves Pablo. Así es la vida. Tú mujer prefiere mostrar su coño a medio mundo antes que comer con tus padres. Y tus hijos también. La pudorosa juventud no es motivo suficiente para dejarlos en casa. No. Ellos también irán y posarán, y pondrán los cuernos a su padre y a sus “yayos” en pos de la modernidad, del arte.
No te enfades, la ocasión bien lo merece. Estas cosas sólo pasan una vez en la vida. Lo demás puede esperar.
El Káiser, Mes VI, Año 31
El gulag del arte: drama social del siglo XXI (PARTE I)
10 de junio de 2006
Soflama escupida por Kaiser y Raistlin
Etiquetas: arte
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5 comentarios:
Sinceramente, no sé si la ocasión lo merece, siento un rechazo extremo hacia las congregaciones de borregos, sea por el motivo que sea. Me dificulta la respiración y siento toda clase de temores y rencores cuando una manada de humanos se pone en movimiento. Como predecibles monigotes.
Es tal mi horror a esos encuentros por muy arte naïf que sea, que soy incapaz incluso de apreciar a las macizas entre tanta carne.
Sólo veo reses, ovejas bostezando...
Estoy completamente de acuerdo (incluso afirmo vehemente con la cabeza) con todo lo demás, comparto la angustia de vivir en Barcelona y el asco por el puto alcalde con síndrome de rey (creo que sobra la mayúscula y que se conforme con una abreviatura).
Un pensamiento para el bueno de Pablo: Ojalá tenga el esfínter bien hidratado.
Porque va a llorar cantiploras con eso doblado hay encajado.
Buen sexo a la Cancillería.
Iconoclasta
Ante la imposibilidad de poder rectificar las últimas líneas, escribo la traducción simultánea de lo escrito y no pido perdón por mi ignorancia porque no me da la gana:
"Porque va a llorar cantimploras con eso doblado ahí encajado."
Amigo Iconoclasta,
Tus observaciones son enriquecedoras para la Cancillería.
Como Káiser, quiero decirte que la historia de Pablo pretende reflejar el "absurdo" de esa actividad fotográfica que algunos se empeñan en elevar a la categoría de "arte", hasta el punto de condicionar situaciones cotidianas en la vida de las personas.
Respecto a que iba a llorar cantimploras, no sé sabe, igual le gusta y repite.
Saludos.
Good Sex
El Kásier.
Mes VI, Año 31
Desde la lejania me uno a los comentarios, y tengo ganas que la cancilleria escriba algo en lo que no esté de acuerdo para poder destrozaros y criticaros ferozmente, hasta que llegue ese momento me limitare a vegetar y desear buen sexo a todas vuesencias (a ver si dejo yo mi estado asexual)
Amigo Bufff,
Tú estado asexual sólo es fruto de tu precaria situación económica. Allí en London, el placer se paga elevado a la enésima potencia; no hiciste caso de la 1ª Ley Kaisersiana de progresividad marginal y así te va.
La Cancillería te desea lo mejor, como siempre y esperamos y deseamos que encuentres otro trabajo acorde a tus necesidades, entre ellas, no madrugar.
Kaiser consejo para tí: las putas del Soho hablan español, lo sabemos de buena tinta; así que ojo con decir burradas porque igual te cobran el doble.
Buen sexo también (aunque sea autoinducido)
Saludos de toda la Cancillería.
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