Como las moscas a la miel

2 de septiembre de 2006

“Hola. No os puedo decir mi nombre. Prefiero callármelo. Me avergonzaría que lo supierais. La verdad es que no soy nada popular, por lo que prefiero conservar el anonimato. Pero sí os puedo decir que no estoy orgulloso de lo que soy, ni de lo que hago, pero que no puedo dejar de hacerlo por mi condición.

La vida que llevo es una mierda, pero no puedo dejar de vivirla. Estoy catalogado dentro de la clase más baja de ser, y no tengo posibilidad alguna de trepar en ese escalafón. Siempre seré así. Eso es malo, pero no es lo peor: lo que más me jode es el sentimiento de placer indescriptible que me inunda cuando estoy haciendo cosas que a todos vosotros os provocan arcadas con solo pensarlas. Yo soy así, no puedo cambiar.

No me gusta lo que veo en el espejo. Soy el bicho más asqueroso que me he echado a la cara. Me tranquiliza el hecho de saber que no soy el único. Las penas si son en compañía son menos penas. La verdad es que hay muchos de mi clase, y somos todos iguales.

Cuando nos juntamos todos alrededor de alguien podemos llegar a ser de lo más molesto, somos la escoria de la sociedad, quien todo el mundo mira de soslayo. Cuando estoy solo, soy el ser más vulnerable. Cuando estoy en compañía de los míos, el sentimiento de fortaleza se incrementa y todos vamos a una, y en el momento en que nos encontramos con gente como tú puedes llegar a desesperarte si estamos a tu alrededor. En ese momento nos odias. Si estoy solo también me odiarás, pero me tratarás con esa indiferencia con la que me indicas que eres mejor que yo, que estás por encima mío y que en cualquier momento te puedes deshacer de mí. Entiendo que sea así.

Sobre mis gustos solamente te voy a decir a ti, lector, que me encanta la mierda. Me vuelve loco también la miel. Pero me encanta la mierda. No puedo evitarlo, es superior a mi. Tengo un sexto sentido que reconoce el olor a mierda a kilómetros de distancia, y en cuanto llega a mi sentido del olfato ese embriagador aroma no puedo hacer nada más que dejar vía libre a mi instinto y lanzarme. Como comprenderás no soy el único, ya te he dicho, lector, que somos muchos de mi especie, y a mi alrededor revolotean junto a mí miles y miles de hermanos en pos de encontrar un hueco para sentarse un momento a disfrutar de una buena pitanza. Estarás pensando “qué asco”. Posiblemente sea asqueroso. Para mí es asqueroso el ser como tú, pero te aguanto y te soporto. No me gustan las medianías. No te ofendas. En mi mundo o eres blanco o eres negro, no se puede ser mestizo. O estás de mi lado, lo que significaría que eres mi hermano, o estás contra mí. Así son las cosas en mi mundo, qué le vamos a hacer. Pero me he desviado del tema. Como te iba diciendo también me gusta la miel, pero a diferencia de ti, lector, yo no distingo entre los sabores, solo distingo los olores. Para mí la mierda y la miel saben igual. Me provocan el mismo sentimiento de placer y por ese placer soy capaz de cualquier cosa. Quiero que sepas, lector, que solo me atraes por la mierda que tengas alrededor. No te quiero por nada más. Solo por eso, ya que no espero mieles de ti. Solo mierda, es lo que más vende.

Me encantaría ser mosca, pero soy periodista del corazón.”


No puedo creerlo. Qué mierda de relato. Este blog se está convirtiendo en el basurero de todos los colgaos.... en fin, echemos la culpa de esta atrocidad a su creador, un perturbado de Castelldefels que se hace llamar Miguel.

Miguelito, ¿qué esperas de la vida, hombre? En la Cancillería estamos asombrados. No entendemos cómo alguien puede ser tan torpe en el lenguaje y a la vez tan retorcido para esa comparación. Estás ofendiendo a todo el mundo animal, en especial a los insectos, comparándolos con los periodistas del corazón. En este sentido, te ruego que te abstengas de enviarnos más misivas con relatos tan atroces. Pero sigue conectado a nosotros, no te vayas a perder por el camino del indigente mental en que te estás metiendo de lleno pensando estas cosas. Creo que si te mantienes conectado a este blog entenderás que la vida que estás llevando hasta este momento sí que es una mierda, y no la del personaje de tu relato. Haremos de ti un hombre, Miguelito.

No desesperes, todo tiene arreglo.

Raistlin
Ministro de la Cancillería

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A la mitad del relato me lo veía venir. De todos modos el esfuerzo de querer comunicar hay que reconocerlo. Digo yo.

Saludos Káiser.

Anónimo dijo...

Es que se nota que últimamente sigues a la Cancillería, Dr. Benway. Me alegra ver que tienes todos tus sentidos puestos en entrever las entrelineas de las historias, porque en momentos de necesidad te puede evitar más de un golpe.

Has estado fino ahí, Dr. Benway. Esta entrada te la dedico.

Anónimo dijo...

Por supuesto que sigo a la cancillería, sigo con interés a todo aquél que llama a las cosas por su nombre.