El endémico embustero y el incauto pertinaz

1 de junio de 2007

Yo no soy tan listo, por desgracia. En mi puta vida y aunque viviera trescientos años sería capaz de utilizar estas palabras tan bien dichas para titular una entrada de La Cancillería.

Este es el título del último trabajo de Rosendo. Nosotros, aún siendo seres superiores, también veneramos a nuestros Dioses, a los que nos hemos creado tras años y años de compartir algo más que letras y acordes. No es fácil conservar un vínculo semejante, eso está al alcance de muy pocos. En estos tiempos, en que todo es circunstancial y superficial, Rosendo se cuela en nuestras casas, en nuestros coches y en nuestro puesto de trabajo para alegrarnos el día, recordarnos que las cosas son como son y no como quiséramos que fueran. Rosendo nos muestra que a jodidos no nos gana nadie, pero también nos enseña a pelear y dar la cara, poner la jeta sin esconder el puño.

Ojalá pudiera resumir lo que signifca Rosendo con una de sus frases. Por suerte, no estoy a su altura, nadie lo está.

Como compensación, os dejo la letra de uno de sus temas incluído en este disco:


"A dónde va el finado"

Hoy ni corto ni colmado
con natural discreción
voy ni ajeno ni aplicado
a cumplir con mi obligación

Se me ve despreocupado
se me intuye reservón
estoy predestinado
como el terreno abonado
a dar excelente producción

Va y me dice el encargado
en íntima recepción
que si estaría de su lado
para hacer una gestión

Yo lo inquiero interesado
con mi mejor intención
que luego del recado
¿A dónde va el finado?
¡y me hace firmar la dimisión!

Hoy ni corto ni colmado
con natural discreción
voy ni ajeno ni aplicado
a buscar una ocupación.

Publicado en www.rosendo.es

Lo dicho.

Salud y buenos alimentos, derecho de pernada y que sople el viento dónde más caliente el sol.

Saludos,

La Cancillería,

1 comentario:

Iconoclasta dijo...

Sí señor, Rosendo, con su llaneza y una despreocupada humildad, retrata como nadie la frustración diaria, se fuma un puro viendo como llueve mierda.
Mis aplausos para el gran roquero, para el señor que sin recurrir a más poetas que a sí mismo, tiene suficiente ingenio para dejar testimonio con pocas palabras y buen ritmo una vida idiota y aburrida.
Buen sexo Kaiser.