Colapso de Onda

9 de julio de 2006

Pablo, nuestro P5 preferido, acabó pronto en el banco. Eran las dos y media y no quedaba ningún jefe en la oficina, así que decidió que ese día, por ser un martes asqueroso, se iba a largar a su casa una hora y media antes de lo habitual por sus soberanos cojones.

Mientras conducía de regreso a casa pensó que su vida sexual era una puta mierda. Tenía una mujer que, bajo su punto de vista y el del 90% de los hombres, estaba muy buena. Y cuando digo muy buena, es que estaba muy buena; para algunos, una noche de locura con esa tía sería el polvazo del siglo y no les dolerían prendas en firmar un cheque o pagar una sustanciosa cantidad de dinero por disfrutar de ese privilegio.

No obstante, para Pablo era simplemente su mujer. A la que quería, y a la que gustaba follarse de vez en cuando. Desgraciadamente para él, el intervalo entre polvo y polvo se alargaba cada vez más, hasta que llegaron a un punto en que tocaba sábado sí y sábado no. Ese día era martes y aún le quedaba semana y media de carencia. Esta desesperante situación no la soportaba; pensó en voz alta: por mis cojones que hoy me la follo.

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En 1937, el científico Erwin Schrödinger planteó un experimento imaginario que en el campo de la mecánica cuántica se conoce como “ el gato de Schrödinger”.
El experimento mental consiste en imaginar a un gato metido dentro de una caja que también contiene un curioso y peligroso dispositivo. Este dispositivo está formado por una ampolla de vidrio que contiene un veneno muy volátil y por un martillo sujeto sobre la ampolla de forma que si cae sobre ella la rompe y se escapa el veneno con lo que el gato moriría. El martillo está conectado a un mecanismo detector de partículas alfa; si llega una partícula alfa el martillo cae rompiendo la ampolla con lo que el gato muere, por el contrario, si no llega no ocurre nada y el gato continua vivo (quien dice un gato dice un P5 o un ciudadado francés, eso es lo de menos)
Cuando todo el dispositivo está preparado, se realiza el experimento. Al lado del detector se sitúa un átomo radiactivo con unas determinadas características: tiene un 50% de probabilidades de emitir una partícula alfa en una hora. (las mismas que tengo yo de follarme a una tía la primera vez que la veo) Evidentemente, al cabo de una hora habrá ocurrido uno de los dos sucesos posibles: el átomo ha emitido una partícula alfa o no la ha emitido (la probabilidad de que ocurra una cosa o la otra es la misma). Como resultado de la interacción, en el interior de la caja, el gato está vivo o está muerto. Pero no podemos saberlo si no la abrimos para comprobarlo.
Si lo que ocurre en el interior de la caja lo intentamos describir aplicando las leyes de la mecánica cuántica, llegamos a una conclusión muy extraña. El gato vendrá descrito por una función de onda extremadamente compleja resultado de la superposición de dos estados combinados al cincuenta por ciento: "gato vivo" y "gato muerto". Es decir, aplicando el formalismo cuántico, el gato estaría a la vez vivo y muerto; se trataría de dos estados indistinguibles.
La única forma de averiguar qué ha ocurrido con el gato es realizar una medida: abrir la caja y mirar dentro. En unos casos nos encontraremos al gato vivo y en otros muerto. Pero, ¿qué ha ocurrido? Al realizar la medida, el observador interactúa con el sistema y lo altera, rompe la superposición de estados y el sistema se decanta por uno de sus dos estados posibles.
El sentido común nos indica que el gato no puede estar vivo y muerto a la vez. Pero la mecánica cuántica dice que mientras nadie mire en el interior de la caja el gato se encuentra en una superposición de los dos estados: vivo y muerto.

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Cuando Pablo llegó a casa se encontró con la escena de siempre. Los niños corriendo por el comedor, el televisor a todo volumen, cierto desorden en la casa y su mujer rezagada en una cómoda butaca leyendo la revista Vogue. Qué cuerpo tiene, es un escándalo. La conversación que mantienen es intrascendente durante media hora; que prónto has llegado hoy; sí, he salido antes; qué tal en la oficina, mucho trabajo?; no mucho, está tranquila la cosa…. Hasta cierto momento en el que Pablo no puede más y le plantea a su mujer la posbilidad de echar un polvo en ese preciso momento. Ante la negativa de Carla (así se llama la golfa) Pablo monta en cólera y le propone un trato que, bajo mi punto de vista, es completamente comprensible y asumible por ambas partes:
-Como no quieres follar conmigo y yo tengo ganas de echar un polvo, cojo 90 euros de la hucha común y me voy de putas.
Así de claro y contundente. Por un momento, pienso que Pablo ha subido un escalafón social y ha dejado atrás su condición de P5, pero lamentablemente es un espejismo.
Carla, a quien no le superó la situación, aprovechó la ocasión para visitar al vecino del tercero (el del gimnasio y las botellas de Aquarius) y meterle un meneo digno de la mejor puta de todos los tiempos. Por un diez por ciento de las guarradas que le hizo al vecino, Pablo hubiera dejado amputarse un dedo (qué coño, y parte de la polla si se tercia la ocasión)
En el instante en que Pablo cogió los noventa euros y se largó de su casa, Carla era una cornuda al 50% de probabilidades y Pablo un putero al mismo porcentaje. No obstante, Pablo desistió de su idea de irse de putas y optó por comprarle un ramo de flores a su mujer para reconquistarla (esa chorrada que se inventan las tías para que les compren cosas)
En el preciso momento en que compró la flores, Pablo era un cornudo a ciencia cierta y su mujer una zorra al 100% de probabilidades.
Cuando Pablo legó a casa, su mujer se creía cornuda (y se sabía puta) y su marido creía fiel a su mujer y a sí mismo. Es decir, en el Universo de Pablo, todas las probabilidades eran al 100%, certeza absoluta, mientras que en el Universo de Carla sólo había una cosa cierta: que ella era una puta y su marido un cornudo; dejó de ser cornuda al 50% para ser zorra al 100%; jugó con los ratios, los percentiles, la regresión múltiple y las hipótesis; en una hora y media le metió un repaso de Estadística Avanzada al cachas del tercero, mientras el gilipollas de su marido se dedicaba a pasear trascendentemente por la ciudad y comprarle un bonito ramos de flores para iniciar la Reconquista.
Ahora que venga Schrödinger y me cuente historias del gato y de su puta madre. Los universos paralelos son los que nos inventamos y diseñamos nosotros solitos. Puestos a ser vapuleados, os aconsejo dar primero.


Salud

El Kaíser, Mes VII, Año 31

4 comentarios:

Bufff dijo...

Simplemente acojonante, me quito el sombrero y presento mi candidatura para la cancilleria de cine y bellas artes (que incluyen el porno y sus derivados claro esta), asi que un humilde seridor se pone a las disposicion de la cancilleria para cuando sea menester...

Kaiser y Raistlin dijo...

Apreciado Bufff, tú candidatura la tenemos presente. Piensa que la cola de futuribles cancilleres llega desde La Jonquera hasta el Paseo de Recoletos; así que si no te importa, para ir descartando, sería de gran ayuda que hicieras una disertación como espontáneo y la someteremos a valoración el próxima sesión de control de la Cancillería.

Como corresponsal en Londres (próximamente en Madrid) te propongo que nos expliques por qué las putas del Soho saben español y también por qué las Londinenses están buenas y las zorras que vienen de veraneo a nuestras infectas costas son más feas que picio.

Espero tú pronta respuesta.

Un afectuoso saludo.

El Káiser, Mes VII, Año 31

Iconoclasta dijo...

Coño, menudo desasosiego. Pues yo no sé, pero a veces voy tan salido que despido feromonas hasta por las pestañas de mis preciosos ojos verdes. Seguro que sería un gato muerto (si las feromonas son susceptibles de martillazo).
Odio a los cuánticos y su manía de joder la marrana y la sencillez de la vida y la muerte
Y como conclusión: el experimento no es aplicable con las tías buenas (una tía así de bandera no se chupa el dedo).
Y creo que el buen P5 de Pablo, es gato muerto.
No sé porque me da esa sensación, tal vez las flores me recuerdan los cadáveres.

Muy bueno, muy divertido Káiser.
Buen sexo.

LaReinadelosMares dijo...

Pues fíjate tú que yo creo que si abres la caja para saber si el gato vive o muere (a quién coño le importa un gato callejero? ¿o era de angora? porque esos me encantan), como el veneno es volátil y nadie dice cuánto tiempo permanece activo, el de la ecuación "muerto" puedes ser tú.