No me apuntes con el lápiz

6 de abril de 2007


Iré directo a tu cabeza. Ni me agoto ni me esfumo.

Me hicieron para esto y nunca fallo porque soy letal.

Rasgo el viento, desafío a la gravedad pero respeto a la física. Y yo no elegí ser así, lo hicieron otros por mí.

No me verás venir porque soy demasiado rápido. Maldecirás entre dientes en tu último segundo y seré testigo de tu último suspiro también.

Soy tremendamente justo, no discrimino ni por sexo ni por edad porque carezco de moral y no creo en sus leyes que todo lo entorpecen y lo tintan de humana subjetividad.

Si tuviera corazón te lo regalaría envuelto en papel absorvente, aunque de nada te serviría.

Yo cumplo y obedezco, no comos otros mierdas que no tienen los cojones suficientes para mirarte a la cara y decirte: "¡estoy aquí y soy definitivo, ya no hay marcha atrás!"

Aún así no me odiarás porque moriremos juntos. Creo que nos fundiremos en un apasionado abrazo carente de rencor. Nadie me inculpará, pero seré causa de tu muerte.



Piensan que nací ayer, pero soy demasiado viejo



No soy la bala que atraviesa tu cráneo, pero vamos de la mano.



-.-.-.-.-.-.-.-.-.-


Las palabras matan pero sólo en boca de tu verdugo. Quien teme al diálogo ve verdugos en todas partes. En un lugar lleno de asesinos, dialogar es condenarse a muerte. Quien rompa este bucle que levante la mano.



Las palabras, una vez dichas, tan definitivas como las balas.


Saludos,


EK, Mes X, Año 32

2 comentarios:

Iconoclasta dijo...

Definitiva es la palabra, inequívoca. Y además, tiene premeditación, una premeditación que no ofrece dudas, que no permite ser cobarde. Las palabras calan.
Es como lo has descrito y escrito, así de rotunda, cirugía pura.
Abrazos.
Buen sexo.
Iconoclasta

Kaiser y Raistlin dijo...

Pues sí, amigo.
La irreversibilidad de la palabra dicha o escrita, reside tanto en lo que significa como en quien lo dice.
Cortante como cuchilla al cuello, definitiva.

Un Abrazo,

EK, MX, Año 32