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Soy de un inconformismo tan contemporáneo como occidental, o más de lo primero si cabe. Contamino el aire, cargo la atmósfera de CO2 y otras mierdas usando mi coche por capricho o por obligación. Cuatro viajes al día, toma ya.
También emito otras toxinas cuando fumo mi tabaco de forma compulsiva y salgo al balcón a expulsar el humo que no quiero para mi comedor. Que se lo trague la Tierra, es demasiado grande, no creo que lo note y si le afecta casi me da lo mismo, porque el vecino de enfrente no para de hacerlo y como nosotros, cien millones más.
Cuando veo niños desnutridos en televisión, cambio de canal rápidamente. Me motivan más otro tipo de imágenes o noticias. El resultado del domingo o la clasificación del Gran Premio de Fórmula 1 son prioritarios frente a la barbarie terrorista o la pobreza extrema en el Tercer Mundo. Sí, a veces agacho la cabeza de vergüenza, pero me repongo enseguida. Y si sale una tía desnuda o una guarra provocando al personal ya no me acuerdo de lo que he visto hace escasos segundos.
¿He dicho ya que no reciclo? Bueno, os lo digo ahora. No reciclo. Me jode tener veinte bolsas de basura diferentes amontonadas en la cocina y andar como un gilipollas separando la mierda que ya no me sirve absoultamente para nada. A tomar por culo el contenedor verde, el azul y la puta que los parió.
Me culparán del calentamiento global y del deshielo de la Antártida. Ambas cosas me la sudan, no tengo previsto visitar ese lugar y tampoco me quita el sueño que a la Tierra le vengan unas décimas de fiebre. Que se tome un antitérmico por vía intravenosa y si no que se joda por habernos parido. Cría cuervos.
También estaré en el punto de mira de quienes donan una parte de sus ingresos para ayudas al desarrollo del Tercer Mundo. Está demostrado que más de la mitad de ese dinero se pierde en el camino y para que fulano de tal se monte un chalé en La Moraleja, ya me lo monto yo que ando escaso de metros cuadrados de intimidad. No es egoísmo, es pragmatismo.
Defraudo al fisco. Mi vida ya está lo suficientemente fiscalizada, no necesito que alguien en nombre del Estado me robe lo poco que gano con tanto esfuerzo.
El capitalismo es mi religión y el Euro mi bandera. Me cachondeo de los progres que tratan de ocultar su condición de consumidores compulsivos y ofrecen soluciones mágicas a problemas de difícil solución; que yo sepa, aún no han descubierto el secreto de la coa-cola, osea, que no me toquen la polla con la tasa Tobin que ya somos mayorcitos. Mis dividendos no los reparto, son míos. ¿Acaso alguien me ayuda a pagar la hipoteca a final de mes? ¿Acaso yo no madrugo para poder pagarla? ¿Soy un bestia por pensar así? Diréis que sí.
Ahora que no nos lee nadie, os voy a revelar un secreto. Tiro comida. Cuando tengo mucho apetito, los alimentos me entran por la vista y cocino muchísima más cantidad de la que a buena ciencia sé que podré ingerir. Luego, cuando el axioma de saciabilidad hace acto de presencia y me veo con el plato rebosante y muy pocas ganas de congelar el sobrante, tiro todo a la basura. Y no a la bolsa de recogida orgnáica, qué cojones, os recuerdo que toda la mierda que genero va al mismo saco, ya se pelearán luego por separla, si quieren hacerlo. ¿Y qué queréis que haga? En más de una ocasión he pensado que sería buena idea tirársela a los perros del vecino de abajo, algo se aprovecharía, pero mucho me temo que me tildarían de guarro y tendría que meterle dos hotias a él por insultarme y a su mujer por defenderle. Es decir, cuánto mejor es peor como dijo un sabio.
Cuando hago esto debo reconocer que me siento culpable; tanta puta moralina ha calado en mi subconsciente. Pero no sabría diferenciar si este sentimiento se debe más al gasto inútil por tanto desperdicio o a la dura certeza de saber que lo que yo lanzo como si fuera mierda, sería un manjar en bocas de personas que no están tan lejos de mi casa.
Ya véis que no soy tan cabrón cómo a priori pudiera parecer. Y es que vosotros os parecéis tanto a mi, que os da miedo comprobarlo.
Intentarán hacernos sentir culpables, pero nosotros no hemos matado a nadie. La historia va por ciclos, no tenemos la culpa de haber nacido en la Europa del siglo XX. Quien quiera ir contracorriente, que lo haga, pero personalmente pienso que sería una falta de respeto histórica no aprovechar las ventajas del ciclo que nos ha tocado vivir; y sería de sinvergüenzas no denunciar las deventajas que suponen para otras personas.
No os preocupéis, al final todos iremos al mismo saco, como la basura que no conoce contenedores de colores. Restos de materia orgánica, sólo eso.
Saludos,
EK, Mes X, Año 32
3 comentarios:
Plas! plas! plas!
Increible, desde el primer dia que os leo...me robáis los pensamientos, plasmáis entrada tras entrada la puta realidad y nunca me he atrevido a decir nada.
Quizá ya somos muchos los que estamos hasta las pelotas de esta sociedad estúpida, de los P5 de los cojones.
Quién se va a comer toda la mierda que nos están dejando? De echo ya nos la estamos comiendo...
Me uno a la cancillería...gracias por dar la única puta gota de esperanza que he visto hasta el momento.
mokba
Gracias Mokba, tus palabras nos infunden ánimos para continuar luchando contra la tiranía impuesta y no nos extraña que estés hasta los cojones de los infames P5.
No te cortes, sigue comentando y aportando ideas, La Cancillería está abierta a todas tus sugerencias.
"Que esta puta gota de esperanza no se pierda en un mar de mediocridad"
Gracias.
Un Abrazo,
Kaiser y Raistlin
Los progres son unos palurdos con ambiciones filosóficas, unos falsos bohemios.
Y sí, que recicle su madre los deshechos; no pago para tener que meter las manos en la mierda, para eso me tendrían que pagar a mí.
El hambre en el mundo es una obra exclusiva de los que están en el poder, es su exclusiva responsabilidad todas esas muertes, para eso les pagamos y para eso nos roban una parte muy importante de nuestro trabajo.
Y no hay que olvidar, aunque parezca cruel, que cada pueblo tiene lo que se merece y así en lugares donde pasan hambre y las vacas comen mejor que las personas, da la impresión de que así lo quieren y matan a sus hijos de hambre con una mística resignación. Hay razas y pueblos que por genética y por su propia cultura están llamados a extinguirse es un hecho biológico y natural. Lógico.
Seguramente se dirá que es racismo y toda esa mierda, pero yo sólo me limito a observar desde la biología todas esas manadas de humanos que mueren de hambre y sus machos siguen preñando a sus hembras. Porque siendo el lenguaje de la muerte universal e inequívoco, un padre no necesita cultura para saber que su hijo se morirá de hambre. Así que deberían plantearse el dejar de joder a sus mujeres para demostrar que son muy machos.
Las cosas se simplifican así, y no cargando responsabilidades en quien pierde media vida y las tres cuartas partes de su salud en trabajar y mantener a un montón de burócratas idiotas.
Ellos tienen en última instancia, la responsabilidad de su estado; Los poderosos y algunos pueblos que tradicionalemente llevan pasando hambre desde años y años.
Siempre es un placer leerte, Kaiser.
Un abrazo.
Buen sexo.
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